... y todo comenzó.

Seguramente las cosas funcionan así. Un día, en un minuto, o tal vez no se necesita tanto, decides que hay algo nuevo que hacer.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Estaba en lo cierto



No sé cómo empezar esta entrada. No sé siquiera si tendré palabras que sean capaces de transmitir los sentimientos, los paisajes, las formas, e incluso los sonidos que recorren la vida de Leineke.
Podría esperarse, como ya se ha comentado ampliamente, que esta historia reprodujera otra de gran valía, El niño del pijama de rayas. Sin embargo, La niña de los tres nombres es capaz de acercarnos a la Europa de la 2ª guerra mundial transmitiendo ternura, esperanza, responsabilidad, e inteligencia, mucha inteligencia.
Sin grandes alardes de vocabulario, ni complicadas construcciones gramaticales, con un modo de construir literario sencillo, nos acercamos a esa Holanda ocupada y el frío se nos mete en los huesos, el olor de los campos se acerca y nos envuelve, podemos escuchar las voces dulces que susurran, la estrechez de las escaleras y el hambre que se apodera de nuestros estómagos, ...
Con avidez se recorren cada uno de los minutos de Leineke, y de repente volvemos a 2009 y ya no puedes deshacerte de ella.
Simplemente, genial.

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